viernes, 27 de septiembre de 2013

Una triste victoria

Se supone que he ganado. Ella ya no está, no era lo que esperaban, no cumplió las expectativas. El problema no estaba en mí. Tampoco estaba en ella. No me alegro por su desgracia, creo que ni siquiera me alegro. Cuando me enteré, ni la sensación de sorpresa, ni la de alegría fueron como creí que serían todas las veces que me había imaginado ese momento en el último año. De hecho, me dio pena. Y llegó la tristeza, por la conciencia de que, a pesar del error, éste nunca se enmendará de la forma que yo querría... Si, el tiempo me ha dado la razón, pero ésta no ha venido acompañada de nada más que de la sensación de una triste victoria.